Reconozco que tengo miedo y que
es ese miedo el que, la mayoría de las veces, me impide ser más positiva. Nunca
me he considerado una persona negativa o pesimista pero si muy realista (quizá
demasiado). Me gusta poner en la balanza las cosas buenas y malas para obtener
la visión más realista de cada situación.
Y sé, que en el caso de la búsqueda de mi bebé, hacer eso no me ayuda en
absoluto.
Tengo la sombra de mi FSH
sobrevolando mi cabeza en cada momento. La tengo en un valor de 11 y las
primeras palabras de la doctora fueron: “Muy bien, la analítica está bien…Bien
es cierto que me preocupa tu FSH, que corresponde a la de una mujer de 42 años
y tú tienes 30…”. Esto, acompañado del cierto grado de conocimiento que tengo
sobre temas médicos (soy enfermera) hace que mi balanza se incline hacia el
lado oscuro y lo vea todo muy negro.
Como mujer deseosa de ser madre
pienso: “¿Pero los 30 años que tengo beneficiarán en algo, no?.
Como enfermera pienso: “Las
posibilidades que tengo, si es que las hay, serán como mínimo con FIV y no con
IAD. Y ya veremos si lo consigo con mis óvulos porque muy probablemente, me
guste o no, corresponderán a los de una mujer de 42 años. Hasta que no me
deriven a FIV, no conoceré la calidad de mis óvulos”.
Y como mujer deseosa de ser madre
vuelvo a pensar: “Si no tuviera posibilidades con IAD, la Seguridad Social y
los médicos que me tratan, no malgastarían tres intentos”.
Y la enfermera aparece de nuevo y
concluye: “Las pruebas que nos hacen son insuficientes”. ¡¡¡Chimpúm!!! ¡Estudiar
tres años de carrera para llegar a este punto!
Y así ando… En constante lucha
entre mi “yo mujer” y mi “yo enfermera”. Y eso que ambos “yos” saben y son
conscientes de que el estrés en estas situaciones no beneficia nada.
Me encantaría ser una paciente
sin más, y confiar en todo momento en el tratamiento y en el médico y no
parecer la niña del exorcista cuando giro la cabeza hasta límites
insospechados, mientras me hacen las ecos para ver el monitor e interpretar
datos. Medidas que los médicos dictan a las enfermeras y éstas anotan en el
ordenador y, medidas que, aunque no me expliquen, se lo que significan. Hasta en la “fase de los pinchazos” se (sin
llegar a hacer la eco) si las cosas van bien o mal.
¿¿¿¿Por qué no seré bombera,
peluquera, economista o cantante???? Pues básicamente porque amo mi profesión y
es lo que siempre he querido ser aunque, en situaciones como ésta, me
encantaría ser una completa ignorante en la materia.
Dicen que verbalizar tus miedos,
te ayuda a ser consciente de ellos y que es el primer paso para superarlos. Eso
es lo que he intentado hacer con este post y, lo siguiente que haré, será
soltarle todo este rollo a mi ginecólogo en cuanto le vea en la siguiente
consulta, que seguro que me ayudará a tranquilizarme porque es un tipo muy
accesible y, a mi parecer, muy profesional. Creo que aquí lo que falla es la
paciente, que no hay peores pacientes que los mismos sanitarios.
PD: Confirmada beta negativa. No quiero dedicar más líneas a esto.